Por Jessica Blancas y el arte de desaparecer con estilo
La secretaria de Finanzas del sexenio pasado, Jessica Blancas Hidalgo, ese nombre que resuena aún en los pasillos del poder hidalguense como un eco incómodo.
La exsecretaria de Finanzas del estado, protagonista de una saga financiera digna de una tragicomedia política, ha vuelto a la palestra pública, aunque no precisamente para rendir cuentas.
Recordemos que, durante su gestión, se depositaron 807 millones de pesos en el Banco Accendo, institución que posteriormente se declaró en quiebra.
Mientras otras entidades lograron recuperar sus fondos, en Hidalgo, ese dinero sigue en el limbo financiero.
Los diputados locales solicitaron su comparecencia para esclarecer estas irregularidades, pero hasta ahora, las respuestas han sido negativas, con la seguridad de quien sabe que es inalcanzable.
Además, la Auditoría Superior del Estado de Hidalgo (ASEH) detectó irregularidades por poco más de 59 millones de pesos en ejercicios fiscales anteriores, incluyendo contrataciones de servicios de consultoría sin evidencia de su ejecución. De lo que todo sigue “en investigación”.
Mientras tanto, Blancas Hidalgo ha sido localizada residiendo en un exclusivo suburbio de Texas, en Estados Unidos, alejada de las investigaciones y procesos legales que la involucran.
En resumen, la reaparición de Jessica Blancas en la escena pública, gracias a esa enfermedad de presumir todo en las redes sociales, no ha sido para aclarar los señalamientos en su contra, sino para recordarnos que, en política, algunos saben cómo desaparecer con estilo.
Al fin que, es clarísimo, su búsqueda se limita a declaraciones a los medios de comunicación.
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