Falló el Estado, no el pacto patriarcal
Dice la Organización de las Naciones Unidas que la violencia contra las mujeres y las niñas es una de las violaciones a los derechos humanos más recurrente, reiterada y extendida en todo el mundo.
La descripción de las especialistas destaca que es una forma de discriminación que impide su acceso a oportunidades, socava el ejercicio de sus derechos fundamentales y tiene consecuencias en la salud, la libertad, la seguridad y la vida de las mujeres y las niñas, así como un impacto en el desarrollo de los países y lastima a la sociedad en su conjunto.
Y cuando el Estado falla en procurar e impartir justicia, además, mata.
La violencia también se mide y en este caso, el más recurrente, el de la violencia de hombres contra mujeres, por el hecho de ser mujeres, inicia con bromas hirientes, chantajes, ofensas, insultos.
Crece y llegan las amenazas, los golpes, el abuso sexual.
Finalmente, el asesinato.
En todo ese proceso de in crescendo, la víctima regularmente pide ayuda, incluso denuncia, y es cuando las autoridades competentes se convierten en incompetentes.
Un expolicía municipal de Mineral de la Reforma, quien ya había sido denunciado con antelación e incluso había sido suspendido un proceso penal en su contra, finalmente asesinó a su expareja a puñaladas, y de paso a otras tres personas.
En octubre, de acuerdo con la información recabada, el hombre fue denunciado por la mujer, hoy fallecida, por privación ilegal de la libertad y violencia familiar.
La incompetencia de las autoridades judiciales ocasionó que el hombre tuviera la posibilidad de, a pesar de las advertencias de la víctima, tener la libertad de acercarse a ella.
Y ahí el descenlace, nada nuevo, nada sorprendente. Sí muy indignante.
Otra vez, una mujer asesinada por un hombre que no debía estar en libertad, que no debía estar cerca de ella.
Y la tragedia se cuadruplicó.
La incompetencia lleva a la tragedia, a la violencia feminicida.
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