La mentira como política pública
“La mitomanía es una falsificación desproporcionada que puede llegar a ser extensa, complicada o presentarse durante años o incluso toda la vida”, así define este trastorno el Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM.
En ese tenor, la política y forma de gobierno en nuestro país, y en algunos más desde luego, tiene sus más profundos cimientos en la mentira, la falsedad.
La historia nos ha dejado una enorme recopilación de verbigracia:
“Puedo separarme de la presidencia de México sin pesadumbre o arrepentimiento”: Porfirio Díaz.
“Nuestra meta es alcanzar una verdadera democracia, donde el pueblo tenga voz y voto en las decisiones que afectan su destino.”: Emilio Portes Gil.
“Gobernar es servir al pueblo.”: Lázaro Cárdenas.
“Las instituciones deben estar al servicio del bienestar del pueblo.”: Manuel Ávila Camacho.
“Pero de lo que estoy más orgulloso de esos seis años es de 1968, porque me permitió servir y salvar al país”.: Gustavo Díaz Ordaz.
“Defenderé al peso como un perro”: José López Portillo.
“Resolveré Chiapas en 15 minutos”.: Vicente Fox.
“La corrupción es un asunto cultural”: Peña Nieto.
Andrés Manuel López Obrador merece una mención especial, el expresidente más reciente potenció la mentira como forma de gobierno, aunque sus frases más célebres pudieran ser:
“No me vengan con el cuento de que la ley es la ley”.
“Yo tengo otros datos”.
“Es buscar el equilibrio entre la eficacia y los principios”.
Personajes menores también han acudido a célebres mentiras con las que suponen que engañan a quienes las leen o escuchan, ¿puede usted recordar quienes mintieron de forma tan descarada?:
“Es una intermitencia del internet”.
“Quieren hacer historias, pero están haciendo historietas”.
“Se necesita ser descerebrado para votar por López Obrador”.
“Me bajaré el sueldo por congruencia con el pueblo”.
“Son solo hechos aislados”.
Y usted, amable lector, ¿recuerda más mentiras así, o quizá más procaces, mendaces y falaces?
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