Columna invitada.

Columna invitada.

Erick Vera Olivares

Puedes quererlo, odiarlo, estar de acuerdo o en desacuerdo, podrás apoyarlo o no, pero el presidente de la República, Andres Manuel Lopez Obrador es y debe ser considerado en las últimas nueve décadas como el principal líder, luchador social en la política e historia mexicana moderna.

Quien se convirtió en un verdadero animal político, que es reconocido por su manejo electoral, su conducir propagandístico demostrado día a día en las mañanas durante su sexenio, creyente de sus ideales y de sus objetivos, agendando a diario los puntos de la política nacional.

Hagamos un poco de memoria, de su arribo al entonces Distrito Federal, desde Tabasco después de 750 kilómetros y 5 días de caminata hasta el zócalo de la capital del país, lugar que no dejaría de figurar hasta el día de hoy, siendo jefe de gobierno del entonces Distrito Federal después del líder moral y creador de la moderna izquierda mexicana el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, aliado, crítico y defensor de las ideas, proyectos y posicionamientos, de Andres Manuel.

Personaje que subsistió a 2 elecciones presidenciales, formando un partido que llamó “MORENA”, que hasta el nombre ocasionó ruido periodístico por el origen.

Partido del cuál fue su primer presidente y después su candidato a la presidencia de la república, sin nombrarse o colocarse en ninguna posición plurinominal, solo fijándose una meta, la silla presidencial, misma que alcanzó en la elección de 2018 con un ventaja de más de 17 millones 503 mil 363 votos, que lo llevó a obtener el 53.19% de la totalidad de los votos.

Presidencia que se vio obstaculizada por una pandemia, donde tardó más de dos años la humanidad para salir nuevamente y activar la economía, en la cual México salió sin endeudarse con los pros y los contras que todos conocemos y que cada quien defenderá.

Pero salimos avantes ante tal reto, logrando llevar sus obras estandarte a una realidad, y caeremos en lo mismo, no están terminadas, no producen, no funcionan, pero el fin de esta columna de opinión, es darte a conocer por qué considero que es un personaje con una importancia relevante en la vida política de la historia moderna de México, ya que pudo sostener con su popularidad, la mayoría de la cámara de diputados, aunada a la de la cámara de senadores que llegaron por el arrastre de Andres Manuel en la elección 2018, llega a meses del final de su sexenio con un 62 a 65% de aprobación de la ciudadanía, colocando a la candidata de su partido a la presidencia, a una victoria al día de hoy irrevocable.

Entregando un país con un crecimiento económico que ningún analista veía se podría llegar, con reservas históricas, un peso fuerte y una economía estable, este tema también traería como en todo lo que tiene que ver con él a una discordia de opiniones, pero los número ahí están.

Hoy sé enfrenta a un nuevo reto que tenía a la vista y en la cual se maneja bien, dejarle las condiciones sociales y políticas a la que él supone puede ganar las elecciones presidenciales.

Siempre ha comentado que se retirará y se jubilará, pero un personaje como él no sabe estar inmóvil, veamos que sucede.

Al final y en ningún punto deja de ser polémico su actuar, su pensar, sus palabras, su visión, sus excesos, que cada quien puede estar en contra o a favor, pero su hablar ha permeado hasta en nuestro vocabulario que usamos en nuestra vida social diaria, te reto a que me digas quien más ha logrado hacer todo esto desde 1940 a nuestros días, personajes hay muchos por que la vida política es dinámica, pero sobrevivir tantos años en el primer nivel no lo encuentro, el lector tendra otras opiniones y es valido.

Y finalizaría diciendo: si lo apoyas o no lo apoyas, cada uno tiene la última palabra con su voto y con su voz que son la única opción pacifica que tenemos los ciudadanos para apoyar o no una forma de gobernar, y hasta eso es polémico porque en la próxima elección él no estará en las boletas donde tacharas tu opción que se convertirá en el destino de nuestro país.

Pero hay un juez que observa a todos nuestros actores políticos y es el unico veredicto que hay: la historia.

Pero bueno, sigamos divagando hasta llegar a nuestro sitio.

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