El desprecio de Morena no fue al PT ni al Verde
El dirigente estatal de Morena en Hidalgo, Marco Antonio Rico, dijo en conferencia de prensa que excluir al Partido Verde y al Partido del Trabajo no es un desprecio, pero es lo más conveniente para el proyecto de nación.
Si eso no es un desprecio, la definición de ese concepto tendría que replantearse en las entrañas de la Real Academia de la lengua.
Sí, sí es un desprecio, si dejamos de lado el políticamente correcto deslinde que debía hacer el dirigente estatal de Morena.
Y el desprecio no fue al PT o al Partido Verde, sino a los chapulines que tomaron por asalto a esos dos partidos, tradicionalmente refugio de exiliados en búsqueda de posiciones políticas.
Es, el desprecio, una parte sustancial para lograr los propósitos del proyecto del famoso “plan C”, que promueven los adeptos a la Cuarta Transformación.
Esa misma estrategia que Morena aplicó en Guerrero, Querétaro, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora y Tamaulipas, donde Morena, PT y Partido Verde competirán por separado.
El común denominador es la baja, en algunos casos casi nula, aportación de votos y “cuadros” competitivos, dicho así por Mario Delgado, el dirigente nacional del partido en el poder.
En Hidalgo, el PT estaría plagado de integrantes del llamado “clan Sosa”, de Gerardo Sosa Castelán; el partido Verde, de los expriistas que conformaron el “GPI” y asaltaron el Partido Verde.
Una estrategia poco favorable a Morena, que se caracteriza por dejar entrar a quien sea, sí, pero que garantice el triunfo.
Las marcas Sosa y Fayad están marcadas, en este momento, por el sino de la corrupción, lo que no pasó desapercibido para el alto mando de Morena en el estado y nacional.
Una cosa es que Adán Augusto López interviniese, como secretario de Gobernación, para descongelar las cuentas bancarias de la UAEH y para el cambio de medida cautelar en favor de Gerardo Sosa Castelán, de reclusión en la cárcel de máxima seguridad de El Altiplano a prisión domiciliaria y otra es la conveniencia electoral.
Una cosa es el premio de la Embajada en el Reino de Noruega que el presidente de la República dio a Omar Fayad y otra, también, la pertinencia electoral de aliarse a su grupo.
No, no fue desprecio, fue selección natural.