Por Por: Fernando Hidalgo Vergara
PRD, de bocato di cardinale a plato de segunda mesa.
Resulta ocioso ya hablar de la trasnochada alianza entre el PAN y el PRD, cuyas encontradas ideologías lucharon hace poco más de dos décadas para derrotar al poderoso PRI.
En la actualidad, esas dos disímbolas fuerzas políticas se vuelven a aliar, pero ahora con ese, su entonces acérrimo enemigo, para derrotar al poderoso ente evolutivo del priismo más viejo, hoy llamado Morena.
En esa intrincada pieza de nuestra democracia, se aprecian las más disparatadas propuestas de alianza, como la que el alcalde de Mineral de la Reforma, Israel Félix Soto, busca lograr con la dirigencia perredista, no para algún objetivo común ni mucho menos democrático, sino para un proyecto de desesperada salvación personal.
El extinto perredismo ideológicamente intachable, que alguna vez llegó a abanderar a Miguel Ángel Granados Chapa, hombre íntegro de convicción férrea, hoy se desmorona en la ocasión de quedar en la insólita situación de plato de segunda mesa.
La apuesta de Israel Félix, luego de romper con su mentor y padre político, el ahora embajador Omar Fayad, es colgarse de lo que queda del perredismo para solventar sus necesidades políticas, y quizá jurídicas, en caso de que, como todo apunta, no pueda consolidar la candidatura de su esposa como sucesora gubernamental en Mineral de la Reforma.
La campaña anticipada, pero disfrazada de Shadia Martínez, cónyuge del alcalde, continúa huérfana, políticamente hablando, pues Morena la bateó y se aprecia difícil que logre apoyo de algún otro partido.
De acuerdo con fuentes del PRD estatal y nacional, Félix Soto sostuvo reuniones con dirigentes del partido, en la capital del país, en las que se promueve como aspirante al Senado, pero también buscará la bendición de la candidata presidencial del partido oficial, Claudia Sheinbaum.
Si el distanciamiento con Omar Fayad fue real, luce casi imposible que Sheinbaum Pardo le tire un lazo al expoderoso secretario del gobierno pasado.
Luce también prácticamente imposible que logre acomodo en otro partido, por más necesidad que tenga de “cuadros” atractivos.
Las afrentas que la embriaguez de poder y soberbia ocasionan se pagan con la cruda… realidad: la orfandad política.
