“Pónganse a estudiar”, diputados
Por: Fernando Hidalgo Vergara @FHidalgoVergara
El regaño del gobernador del estado, Julio Menchaca Salazar, a las y los diputados de la LXV Legislatura es un epílogo brutal para el congreso del estado.
Consecuencia dramática en la que se da el desenlace que ya degeneró en comedia, luego de que la Suprema Corte volvió a tirar, por mal hecha, la consulta a pueblos y comunidades indígenas que realizó el Poder Legislativo.
Como se ha informado en este espacio, la Suprema Corte declaró nuevamente inconstitucional el proceso que ya había ordenado realizar bajo parámetros que no se cumplieron.
En un primer momento con Ricardo Baptista como presidente de la Junta de Gobierno, y ahora con Jorge Hernández Araus, ambos de Morena.
En esta última, con un gasto de más de 10 millones de pesos, pagados a una empresa que hizo mal su trabajo y a la que, por la naturaleza jurídica del contrato celebrado, será imposible requerirle alguna indemnización o reparación del daño.
Ningún diputado ha levantado la mano para el indispensable “mea culpa” y explicar que ocurrirá con ese recurso económico tirado a la basura.
El regaño de Menchaca Salazar no es menor, no es anecdótico, es el reclamo de un experto en leyes que ya había advertido la indebida ejecución de la consulta.
“En el caso de dos legisladores, con todo respeto, habíamos comentado que era difícil que avanzara porque no se llevó a cabo como lo señala la ley, en cuestión de la reforma indígena y de la diversidad. El derecho de los legisladores de presentar sus iniciativas, ahí la invitación es, hay que ponerse a estudiar”,
Hay que ponerse a estudiar.
Y ya, si no es mucho pedir, también a trabajar.
La validación que la Corte hizo de las reformas electorales enviadas por Menchaca, impugnadas por los partidos opositores, demuestra dos cosas: que esa sí estuvo bien hecha.
Y que tiene razón en su tesis: que no haya cinco elecciones en el sexenio, ya que esto distrae, porque se está pensando más en la próxima elección, que en el compromiso que se tiene.
Te lo digo Juan, para que lo entiendas, Pedro, decían las abuelas.