El Mexe, el chantaje y los demonios del pasado.
Por: Fernando Hidalgo Vergara @FHidalgoVergara
No pocos personajes que hoy despachan en el gobierno del estado, hace poco replicaban las consignas y bravatas que grupos de presión, como los estudiantes de la Normal rural Luis Villarreal “El Mexe” esputaban en contra de los gobiernos corruptos del pasado.
Veíamos, no sin un dejo de sorna, a quienes hoy del lado institucional replicaban en sus redes sociales, con la mano siniestra en lo alto, las clásicas manifestaciones comoaquella de «Hasta la victoria siempre» – sin completar la frase, “Patria o Muerte” – la icónica frase de batalla de Ernesto Guevara de la Serna, el «che».
Hoy, sin embargo, resulta imposible pensar que esas consignas sean dirigidas al actual gobierno, como hicieron los estudiantes del Mexe al recriminar el incumplimiento de la promesa de campaña de Andrés Manuel López Obrador, quien aseguró que la Normal regresaría a sus viejas instalaciones, lo que al día de hoy no ha ocurrido.
Tampoco se concibe que califiquen de «represor» al gobierno de Julio Menchaca Salazar, por ser omiso en el cumplimiento de una promesa que él no realizó.
Los normalistas secuestraron cuatro autobuses a una empresa transportista que, inicialmente, dejó sin transporte a miles de personas en todo el Valle del Mezquital durante varias horas.
Luego, en un alarde eufemístico y conciliador, las autoridades señalaron que los estudiantes pidieron “prestados” los camiones para su traslado a la capital del estado y, claro, los dueños y choferes de las unidades accedieron no solo por propia voluntad sino con febril entusiasmo hacia la causa normalista.
Los demonios del pasado nos alcanzan siempre, veremos ahora si aquellos personajes que, con fines e intenciones políticas, alentaban “la lucha” que sigue y sigue de los normalistas continúan con ese apoyo ante el reclamo al presidente de la República y al gobernador del estado.
Esos fines políticos, cuyo objetivo era llevar al poder a quienes les aplicaron en infinidad de ocasiones, cumplieron su cometido.
Así, las convicciones y las conveniencias nuevamente se encuentran y descerrajan en la cabeza el golpazo de la desgraciada realidad que no perdona ni a demagogos ni a demagogas.
Entonces, ¿la lucha sigue y sigue?