Hizo historia, Ana Karen Parra Bonilla.
Por: Fernando Hidalgo Vergara @FHidalgoVergara
Sin duda fue un hecho histórico.
Nunca, jamás en la historia de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Hidalgo, que abarca 33 años, se había dado una situación tan…sui géneris, como la que ocurrió el día de ayer en el Congreso del Estado de Hidalgo.
Y es que, ahora sí, aplica la famosa conseja propia y característica de los tiempos actuales y estelares que dice, “como nunca antes“, un ombudsperson había huido, literalmente a paso veloz, a toda carrera, para evitar activistas que protestan y periodistas que preguntan.
Graves errores de la inexperta presidenta del organismo público autónomo, con personalidad jurídica y patrimonio propios, autonomía técnica y de gestión en el ejercicio de sus atribuciones y que, además, puede decidir sobre su organización interna y funcionamiento en los términos que disponga la Ley.
Si, no necesita permiso de nadie para determinar su funcionamiento interno, salvo las consideraciones de la propia ley que la rige.
Por eso llamó la atención la respuesta que Parra Bonilla le dio a la diputada Michelle Calderón Ramírez, quien preside, precisamente, la Comisión de Derechos Humanos y atención a personas con discapacidad del Congreso local, al cuestionar si se han realizado los trámites para reducirse el sueldo, tal y como lo propuso a pocos días de asumir su cargo.
Calderón Ramírez especificó que, de acuerdo al tabulador, el sueldo actual de la ombudsperson asciende a ¡73 mil 776 pesos!
Ante el señalamiento, Parra Bonilla admitió que no ha hecho las diligencias necesarias para bajarse el sueldo y, también, que no puede ser irresponsable, porque eso lleva un procedimiento, no es un acto, solamente, administrativo.
Agregó que sus facultades y funciones están establecidas en la ley y tendría que ser un proceso que tendría que llevarse en el Congreso”.
A 22 días de su toma de protesta, el 22 de agosto de 2022, Parra Bonilla declaró ante los medios de comunicación que se bajaría el sueldo «para ser congruentes con la sociedad».
«Es un abuso lo que está sucediendo con los salarios que hay, de ahí viene la restructura».
Para lanzar la promesa, gallarda y valerosa, no necesitó permiso del Congreso, como tampoco lo necesita para cumplirla.
Su respuesta, una flagrante mentira, fue una muestra más de la incongruencia con la que se ha conducido por haberse metido, sin permiso ni obligación de nadie, en camisa de once varas para enviar el mensaje de “como nunca antes”.
Y, efectivamente, como nunca antes, ni siquiera en los oscuros tiempos de la indolencia y desprecio por los derechos humanos y la inclusión que observó el notario Alfredo Sepúlveda Fayad, se había visto una gestión tan duramente cuestionada por quienes debieran ser el principal cimiento de la actual presidenta: las mujeres organizadas.
Como ya se había expresado en este espacio, la ombudsperson incurrió en uno de los vicios más acendrados de la política mexicana, impropios de su edad y de su formación: la mentira demagógica.
La “primera presidenta emanada de la sociedad civil” les da la espalda … huye a la rendición de cuentas ante los medios, ¿para esto luchan por los cargos?
Para cumplir la promesa que hizo no necesita autorización, necesita congruencia.
«Va mi espada en prenda; voy por ella», dijo con valerosa gallardía al inicio de su gestión.
Pero se quedó a la orilla del río, embelesada por el brillo de sus monedas.