La arbitrariedad priista
Por: Fernando Hidalgo Vergara @FHidalgoVergara
Causó sorpresa saber que Israel Félix Soto, el exhombre fuerte de Hidalgo, sí renunció al Partido Revolucionario Institucional, pero más sorpresivo fue conocer que cuando presentó su carta de renuncia, ya no estaba registrado en el padrón de militantes priistas.
Luego de la revelación de su renuncia, que hicieran el diario Milenio Hidalgo y CentralMXnoticias, la dirigencia estatal del PRI, casual y coincidentemente, detectó que surgieron “inquietudes” sobre la renuncia de Félix Soto.
Semejante perspicacia fue precisada a través de un comunicado en el que informaron la consulta que hicieron al Maestro César Jiménez, presidente de la Comisión Estatal de Justicia Partidaria, en la que reveló que el alcalde de Mineral de la Reforma ya no militaba en las filas priistas al momento de presentar su renuncia, la cual ocultaron por poco más de dos semanas.
Queda constancia del arbitrario procedimiento con el que el PRI, a través de su dirigencia estatal e incluso la nacional, para eliminar de un plumazo a militantes, por más cuestionados que estos sean.
Si bien Félix Soto alimentó la especulación sobre su destino político al no informar ni confirmar su renuncia o permanencia, con la arrogancia de no presentarse a los actos de renuncias masivas que protagonizaron los adeptos al exgobernador Omar Fayad, o con el sinsentido con que, a pregunta directa, evadió la respuesta al aludir a sus “dos cachetes y dos pompas”, el partido al que perteneció atropelló sus derechos al eliminarlo de sus filas antes de que él decidiera dejarlas, suponiendo…sin conceder, que alguna vez haya estado afiliado.
Los estatutos priistas establecen condiciones para dar de baja a militantes, los cuales no solo no se cumplieron sino que ni siquiera se llevaron a cabo en el caso de Félix Soto y, en un más escandaloso proceso unilateral y caprichoso, en el de la exsecretaria general del PRI estatal, Yarely Melo Rodríguez.
A Melo Rodríguez le borraron, sin procedimiento legal alguno, casi tres décadas de militancia.
Establecer acuerdos internos amparados en la vida interna de los partidos políticos no es óbice para atropellar los derechos político electorales de militantes que quieran, o no, permanecer en las filas de cualquier instituto político.
Ese tufo autoritario sólo abona a la confirmación de la percepción actual que se tiene, sobre todo, de las actuales dirigencias tricolores.