Suponiendo…sin conceder 

Suponiendo…sin conceder 

Masoquismo filosófico en el PRI

Por: Fernando Hidalgo Vergara @FHidalgoVergara

Como el tabaco o el alcoholismo, la especie de síndrome que padece el Partido Revolucionario Institucional le confiere un extraño placer por causarse daño. 

Ese hedonismo contrario a la corriente filosófica tradicional en que la ética era lo que imperaba en la búsqueda del placer, las últimas demostraciones del PRI indican que incurre en lo contrario.

Por años los excesos, frivolidades y corruptelas de la llamada “clase política” priista fueron camufladas por la penumbra del anonimato. 

En la actualidad, con la tecnología en boga y las redes sociales que dan luz a cualquier intento de inmoralidad política, causa extrañeza que la dirigencia priista busque afanosamente congraciarse con quienes contribuyeron ampliamente a que el PRI sea, hoy, el partido más repudiado por la sociedad.

Una marca política en franca decadencia que, de acuerdo con los sondeos demoscópicos más optimistas, mantiene el 60 por ciento de rechazo social a nivel nacional.

Marco Antonio Mendoza Bustamante, el nuevo, literalmente, líder del priismo en Hidalgo, parece creer que al publicar reunión tras reunión con ínclitos priistas “leales” levantará las preferencias electorales del tricolor.

Personajes como Jaime Costeira, Alberto Jonguitud, Roberto Pedraza, Esteban Ángeles, Aurelio Marín, quienes llevan a cuestas medio siglo de priismo, son no solo testigos sino protagonistas principales de la debacle de su partido, al que exprimieron ad náuseam hasta dejar lo que ahora queda.

Bien haría el nuevo presidente en acudir a nuevos cuadros sin la contaminación que implican las más viejas prácticas que han desmoronado lenta y constantemente a su partido.

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